Damian Milton, sociólogo británico y activista del autismo, introdujo en 2012 la teoría del "problema de la doble empatía" en su estudio titulado: "On the ontological status of autism: the 'double empathy problem'". Esta teoría plantea que las dificultades de comunicación entre personas autistas y no autistas se deben a una falta de comprensión mutua. Milton, diagnosticado con Asperger a los 36 años, propuso que las diferencias en experiencias y percepciones entre ambos grupos generan desafíos en la empatía y la comunicación. Esta perspectiva ha influido en la forma en que se entienden las interacciones sociales en el autismo, promoviendo una visión más inclusiva y bidireccional de la empatía ¿Cómo hizo Damian Milton el estudio de la doble empatía?
Lo importante es que no fue un experimento clásico (con grupos, mediciones y estadísticas), sino un ensayo teórico. Eso significa que:
Milton revisó críticamente los modelos existentes sobre autismo, especialmente los que hablaban de “déficits” de empatía o de teoría de la mente.
Usó conceptos de sociología, psicología y filosofía para construir un argumento lógico: que los problemas de comunicación entre autistas y no autistas son mutuos.
Recurrió también a su propia experiencia como persona autista y a testimonios de otras personas autistas para ilustrar que muchas veces los autistas sí logran entenderse bien entre ellos, pero tienen problemas al interactuar con no autistas (y viceversa).
¿Qué usó como base?
Textos científicos previos sobre autismo, como los estudios de Baron-Cohen sobre teoría de la mente.
Conceptos sociológicos como el relativismo cultural (la idea de que cada grupo social tiene sus propias normas y formas de interpretar el mundo).
Críticas desde la neurodiversidad, que rechazan la idea de que hay una única manera “normal” de ser socialmente competente.
¿Qué propuso como hipótesis?
Que las dificultades no son por un fallo individual, sino porque las dos partes —autistas y no autistas— tienen dificultades para leer, entender y responder al otro, porque vienen de contextos sociales y perceptivos distintos.
¿Qué impacto tuvo?
Aunque en 2012 fue solo una propuesta teórica, abrió la puerta a que años después otros investigadores hicieran estudios experimentales para poner a prueba esta hipótesis. Por ejemplo:
- Experimentos donde se mide si los autistas entienden mejor a otros autistas que a no autistas.
- Estudios de interacción social donde se observa cómo ambos grupos interpretan mal las señales del otro.
Ejemplos de estudios asociados a esta teoría
Los adultos típicos exhiben ceguera mental hacia aquellos con trastorno del espectro autista. (Edey et al. 2016)
Resumen: Este estudio investigó cómo los adultos neurotípicos interpretan las interacciones sociales de personas autismas. Se encontró que los neurotípicos a menudo malinterpretan las señales sociales de los autistas, lo que respalda la idea de que las dificultades de comunicación son mutuas.
La transferencia de información autista entre pares es muy eficaz. (Crompton et al. 2020)
Resumen: Este estudio comparó la eficacia en la transferencia de información entre pares autistas, pares no autistas y pares mixtos (autista–no autista). Los resultados mostraron que los pares autistas compartían información de manera tan efectiva como los pares no autistas, mientras que los pares mixtos presentaban más dificultades, apoyando la idea de que las dificultades de comunicación son bidireccionales.
Investigación de marcadores de comprensión en interacciones autistas y no autistas. (Rifai et al. 2022)
El estudio examina marcadores de conexión en interacciones entre personas autistas y no autistas. Encontró diferencias en el uso de marcadores de conexión (como gestos y contacto visual) en interacciones autistas, mixtas y no autistas, pero estas diferencias no siempre coincidieron con las puntuaciones de conexión. Esto sugiere que las personas autistas y no autistas podrían usar señales diferentes para establecer conexión, cuestionando la idea de que el autismo implica un déficit social inherente. La investigación destaca la necesidad de replantear cómo se evalúan la empatía y la comprensión social en grupos neurodiversos.